En las últimas 48 horas, el Ministerio de Salud de la Nación anunció la disolución de 15 organismos internos como parte de la reestructuración estatal impulsada por el gobierno de Javier Milei. Esta medida, destinada a optimizar recursos y reducir la ineficiencia administrativa que caracterizó a gestiones anteriores, desató críticas desde sectores opositores, entre ellos, del diputado nacional por Tucumán y referente de La Bancaria, Carlos Cisneros. Sin embargo, detrás de su discurso en defensa de los sectores afectados se esconde una contradicción evidente: el peronismo, fuerza política que gobernó Argentina durante décadas, es el principal responsable del estado calamitoso en el que se encuentra el sistema de salud pública.
La estrategia de la desinformación
Carlos Cisneros afirmó en sus redes sociales que la medida “deja a mucha gente desamparada” y acusó al gobierno de Milei de despedir trabajadores “de manera indiscriminada”. Sin embargo, estas afirmaciones son deliberadamente engañosas. La disolución de estas áreas no implica que los temas que gestionaban sean abandonados; por el contrario, las funciones seguirán siendo atendidas bajo una estructura más eficiente y menos burocrática.
El objetivo de la medida no es dejar sin atención médica a la población, sino garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva. Muchas de las dependencias disueltas eran redundantes, superpuestas o directamente inoperantes, generando un gasto innecesario que no se traducía en una mejora real para los pacientes.
Por ejemplo, áreas como la Dirección Nacional de Integración del Sistema de Salud o la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales existían más como sellos de papelería que como organismos con impacto tangible en el sistema de salud. La reestructuración busca eliminar estas capas de ineficiencia para que los recursos lleguen directamente a quienes más lo necesitan.
El desastre heredado del peronismo
El sistema de salud argentino no colapsó de la noche a la mañana. Durante las últimas décadas, el peronismo fue la fuerza política predominante tanto a nivel nacional como provincial, incluida Tucumán, tierra natal de Carlos Cisneros. En todo ese tiempo, la salud pública fue víctima de una gestión plagada de corrupción, clientelismo y falta de visión estratégica.
Hospitales públicos desbordados, falta de insumos básicos, trabajadores mal pagos y programas de salud mal implementados o directamente abandonados fueron una constante bajo las administraciones peronistas. Tucumán no es la excepción: en la provincia, la atención sanitaria es sinónimo de largas filas, médicos sin recursos y un sistema incapaz de atender la demanda de los más vulnerables.
Es irónico que Cisneros, como representante de un partido que tuvo todo el poder para solucionar estos problemas y fracasó estrepitosamente, se permita criticar ahora a un gobierno que, en poco tiempo, está demostrando una voluntad real de cambiar las cosas.
Los logros de la gestión Milei en contraste
Desde su asunción, el gobierno de Javier Milei ha dado pasos concretos hacia la reconstrucción de un Estado eficiente. Además de la reestructuración en el Ministerio de Salud, se han implementado políticas económicas que han logrado reducir la inflación y estabilizar la moneda, generando confianza en los mercados.
La eliminación de organismos innecesarios no solo optimiza el funcionamiento del Estado, sino que también libera recursos que pueden redirigirse hacia áreas prioritarias. En este caso, el enfoque está en fortalecer la atención médica directa, dejando de lado la burocracia inútil que caracterizó a los gobiernos anteriores.
Es claro que estos cambios generan resistencia en sectores que durante años se beneficiaron de un Estado inflado y mal gestionado. El peronismo, acostumbrado a utilizar los recursos públicos como herramienta de clientelismo político, ve amenazada su estructura de poder. Por eso recurre a la desinformación y a un discurso alarmista, buscando confundir a la población y socavar la confianza en un gobierno que está logrando resultados concretos.
Un llamado al silencio y a la autocrítica
El peronismo, y en particular figuras como Carlos Cisneros, deberían reflexionar sobre su papel en el deterioro del sistema de salud argentino antes de criticar las medidas de un gobierno que está trabajando para corregir sus errores. Su gestión dejó un país sumido en la pobreza, con hospitales colapsados y programas de salud ineficientes. Pretender erigirse ahora como defensores de los más vulnerables no solo es hipócrita, sino también ofensivo para quienes sufren las consecuencias de su mala administración.
El gobierno de Milei ha demostrado que tiene un plan claro y que está dispuesto a tomar decisiones difíciles para transformar el país. Es momento de que la oposición deje de obstaculizar este proceso con críticas infundadas y permita que el gobierno haga su trabajo. Si el peronismo no supo construir un sistema de salud eficiente en décadas de gestión, lo menos que puede hacer ahora es guardar silencio y no interferir en los esfuerzos por lograrlo