Hace tiempo que Rossana Chahla y la recolectora de residuos vienen forjando un vinculo que les asegure el control absoluto de la basura y el dinero. Incluso, emerge la figura de Marcelo San Pedro, esposo de la intendente, como mediador en los negocios. Sin embargo, la disposición final de los residuos iría a la justicia por distintas irregularidades que se dieron dentro de un proceso fraudulento.
El control estatal del municipio capitalino extiende sus tentáculos hacia el sector privado y hoy la empresa 9 de Julio goza del monopolio de los residuos con el manejo de: mantenimiento y limpieza del parque 9 de Julio; limpieza, recolección, transporte y tratamiento de residuos sólidos urbano; y una prorroga del contrato llena de trampas.
Desde la extensión arbitraria del contrato para recolectar la basura, justificada por una “crisis ambiental” que jamás fue controlada por el ineficiente servicio de la empresa prestataria, todo marchó con oscuridad. Posteriormente a esto, Chahla abrió el proceso de licitación para definir qué pasará con la disposición final de los residuos. No obstante, ya todos sabían lo que iba a suceder: ceder en bandeja dicho tarea a la empresa amiga (9 de Julio).
Ahora, un nuevo episodio se suma a esta trama de fraude y corrupción. Resulta que Marcelo San pedro conecta los hilos corruptivos para asegurar el dominio de 9 de Julio y la pasividad de órganos y figuras políticas que ven pasar y dejan hacer sin presentar resistencia.
Judicialización en puerta
Hace unas semanas se terminó de ceder el control absoluto de los residuos a la 9 de Julio con una licitación que solo fue una puesta en escena donde ya todos sabían el desenlace, debido a que los requisitos para hacerse cargo de las tareas inclinaban la cancha en favor de los amigos de la intendencia. Ante un proceso tan sombrío y las evidentes irregularidades, todo marcha derecho a una judicialización por la evidente corrupción.
El hecho de requerir que la empresa oferente haya facturado en los últimos 12 meses más que en los próximos 18 del contrato con el Consorcio, deja en evidencia el favoritismo a 9 de Julio, quien factura $3.200 millones mensuales.
Otro de los puntos del pliego era no superar los 1.300 millones mensuales, pero hoy por hoy, el costo del servicio ronda los $1.650 millones.
La cadena de malas intenciones se completó con el alto costo que debe pagar una empresa si busca la impugnación del pliego de licitación, debido a que deberá desembolsar $200 millones con la posibilidad de que ese dinero no sea devuelto.
Pese a todo esto, el cachetazo judicial para Rossana Chahla, su marido, la secretaría de Ambiente Julieta Migliavacca y la empresa 9 de Julio, parece estar asegurado.
Marcelo San Pedro, el negociador oscuro de la gestión chahlista
En las últimas horas, una serie de fotos fueron difundidas en distintos portales de noticias, comprometiendo al esposo de la intendente peronista, quien se pasea de café en café con integrantes del Concejo Deliberante capitalino a fin de tener un órgano legislativo sumiso.
Además, la intervención de San pedro en algunas secretarías y el monitoreo constante del accionar de los funcionarios pertenecientes al municipio despertó la alarma en el manzurismo y el resto de los opositores, quienes deben decidir entre alzar la voz o agachar la cabeza y negociar en un café.
La influencia sobre los medios de comunicación
Siguiendo con el despilfarro de recursos públicos, cabe destacar la influencia que tiene hoy el municipio de San Miguel de Tucumán sobre los medios. En este momento, Rossana Chahla tiene mayor presencia que Casa de Gobierno en muchos portales que parecen estar subordinados y no mencionan la oscura trama que defiende intereses de sus superiores.
Esto sin mencionar la autopremiación y la carísima puesta en escena de los Martín Fierro Federal, donde el agasajo a quienes le responden a ella y su socio de La Bancaria fueron tapa de muchos diarios.
Sin dudas, los recursos públicos de los contribuyentes tucumanos de SMT están al servicio de los intereses de Rossana Chala, Marcelo San Pedro y su círculo de amigos.