Basura por doquier, contenedores desbordados, restos de comida, cajas, bolsas reventadas e ineficiencia en la recolección de residuos son los componentes de una triste estética de la capital tucumana.
Sea día hábil, feriado o fin de semana, la ciudad de San Miguel de Tucumán muestra una lamentable postal: basura en todos lados. El microcentro tucumano, donde los contenedores de basura colapsaron ante la falta de recolección, se convierte en un triste escenario que carece de higiene pese a todas las facilidades otorgadas por el municipio a la empresa monopólica: Transportes 9 de Julio.
Las veredas con bolsas explotadas, las palomas comiendo de cartones que contenían restos de comida rápida, olor nauseabundo de residuos acumulados y ausencia estatal son parte de un problema recurrente en la gestión de Rossana Chahla, quien declaró una emergencia ambiental pero hace muy poco para mitigar la contaminación. Por otra parte, 9 de Julio queda en evidencia tras el descontento popular que, con sus impuestos, paga un servicio ineficiente que termina volviendo su vida más insalubre.
Una de las zonas más afectadas fue la calle Mendoza, una vía particularmente angosta en la que la cercanía de los autos con los residuos acumulados genera incomodidad y preocupación tanto por el tránsito como por cuestiones sanitarias.
La situación se agrava considerando la alta densidad poblacional de la zona. “En cada cuadra hay numerosos edificios, oficinas y comercios, lo que genera una gran cantidad de residuos”, explicó una vecina a diario La Gaceta.
Sin embargo, la administración municipal, a través de la Secretaría de Ambiente, busca depositar la mayor parte de la culpa en la conducta ciudadana, en lugar de rever el desempeño del monopolio de la basura que hoy domina todo lo que tiene que ver con los residuos en SMT.