La política tucumana parece tener personajes que no entienden cuando un ciclo llega a su fin. Este es el caso de Roberto Sánchez, Silvia Elías de Pérez y José Cano, tres defensores de bancas propias y contratos estatales que poco piensan en el bien común. El negocio radical no tiene fin.
Hace pocas horas circuló una foto del tridente del fracaso radical-opositor, compuesto por Silvia Elías, José Cano y Roberto Sánchez, tres personalidades que cosecharon más golpes que triunfos y terminaron sumándose a quienes golpean con maquinaria dividendo a la competencia real.
Bajo el lema: “somos un equilibrio entre Milei y el kirchnerismo”, el radicalismo solo le sirve la mesa al Partido Justicialista de cara a los próximos comicios del 26 de octubre.
Sánchez, Cano, Silvia y cada uno de ellos (radicales desgastados), a su manera, ha dejado una huella en el escenario político provincial, pero también ha evidenciado las limitaciones y desafíos que enfrentan los actores políticos en la búsqueda de un cambio genuino.
Roberto Sánchez fue, en su momento, la figura opositora que más confianza generó en el electorado antiperonista. Aun así, su competencia (Osvaldo Jaldo), lo echó por tierra a él y a todo el arco opositor, mostrando una vez más que enfrentar la estructura tradicional del PJ tucumano no es tarea fácil.
Por su parte, Silvia Elías de Pérez ha sido una figura menos competitiva, llevando los números electorales de la oposición a una baja histórica como resultado de una gestión con cientos de falencias por parte de Mauricio Macri, lo que terminó repercutiendo en sus representantes provinciales. Sumado a este aspecto, la conservadora jamás fue una figura magnética para el pueblo y su debilidad política la condujo a un fracaso que no la hizo entender sus limitaciones en materia electoral.
José Cano, el más competitivo, se encuentra a diez años de haber peleado loa gobernación, algo que aún no se acepta puertas adentro del radicalismo ni de su cabeza. La dureza y la convicción que parecía tener allá por 2015, fue simplemente la pantalla de una figura política tan ambiciosa como arrogante y mezquina. El ex funcionario del macrismo, hoy legislador provincial, es el más insistente para formar una tercera alternativa al mejor estilo peronista. Sin embargo, solo será útil para el jaldismo, tratando de rascar votos opositores abriendo el camino ´para que más kirchneristas entren al Congreso.
Este trío ha compartido un escenario caracterizado por la falta de consenso y una creciente desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones políticas. Lejos de cooperar para cambiar esta mirada, terminaron siendo más del montón. La política tucumana necesita un renovado espíritu de colaboración y una visión a largo plazo que priorice el bienestar de la población. Si bien los líderes ya mencionados han sido parte esencial de la narrativa política, es crucial que se reconozca la necesidad de nuevos enfoques y liderazgos que trasciendan las aspiraciones individuales en pos de un verdadero desarrollo colectivo.