El ministro de Desarrollo Social de Tucumán, Federico Masso, ha anunciado su intención de postularse como intendente de San Miguel de Tucumán, una declaración que deja en evidencia varias problemáticas de la vieja política: el afán de mantenerse en el poder, la falta de autocrítica y el alejamiento de las verdaderas necesidades del pueblo.
Con su anuncio, Masso busca posicionarse en un escenario político cada vez más polarizado, donde las alianzas y disputas internas del peronismo tucumano juegan un rol central. Pero, ¿es esta postulación un genuino interés por mejorar la vida de los tucumanos o simplemente otra ambición personal de poder?
Actualmente, Masso pertenece al partido Libres del Sur, pero su carrera política ha sido marcada por numerosos cambios de alineación ideológica. Fue funcionario del gobierno de José Alperovich, luego se desempeñó como diputado nacional por Cambiemos, para finalmente ocupar un cargo en el actual gobierno peronista de Tucumán. Estos constantes cambios han llevado a que muchos lo señalen como un político “camaleónico”, dispuesto a adaptarse al contexto para mantenerse en el poder.
La constante búsqueda del poder
El deseo de Masso de convertirse en intendente no sorprende. La vieja política ha demostrado, una y otra vez, que sus protagonistas están más interesados en ascender a posiciones de poder que en trabajar por el bienestar de la sociedad. En este caso, Masso se suma a la lista de funcionarios que, tras años de silencio cómplice, deciden lanzar críticas a gestiones pasadas cuando la coyuntura ideológica les resulta favorable.
Durante los ocho años de gestión de Juan Manzur como gobernador, Masso no emitió mayores cuestionamientos sobre la administración provincial. Sin embargo, ahora, en un contexto donde la marea social e ideológica apunta hacia un cambio y donde la figura de Manzur ha perdido fuerza, el ministro decide salir a criticar lo que antes callaba. Este oportunismo político no solo refleja una falta de coherencia, sino también una desconexión con las demandas reales de los tucumanos.
La grieta interna del peronismo tucumano
El anuncio de Masso también evidencia las profundas divisiones dentro del peronismo tucumano. Su intención de competir por la intendencia en contra de la actual mandataria, Rossana Chahla, marca una grieta en el oficialismo provincial y pone de manifiesto la débil capacidad del gobernador Osvaldo Jaldo para mantener la cohesión en su espacio político.
Chahla, quien buscará su reelección, representa un desafío para quienes pretenden desbancar su gestión. Este enfrentamiento interno no solo debilita al peronismo, sino que también muestra cómo las luchas por el poder prevalecen sobre la necesidad de trabajar en unidad para resolver los problemas que enfrentan los tucumanos.
Una sombra en su trayectoria: la causa por alimentos sustraídos
A las críticas por su historial político se suma una causa judicial en la que Masso fue señalado por presuntamente sustraer alimentos destinados a comedores sociales. Según denuncias realizadas en su momento, se habrían desviado partidas de comida que estaban bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social, dirigido por Masso, hacia viviendas vinculadas a su partido político, Libres del Sur.
La situación se agravó cuando la policía incautó estas partidas en allanamientos realizados en inmuebles relacionados con la organización, lo que generó indignación en diversos sectores de la sociedad tucumana. Si bien Masso ha negado las acusaciones, el caso continúa siendo un punto oscuro en su carrera y ha sido utilizado por sus detractores para cuestionar su integridad.
El desprecio por el voto popular y las críticas a Milei
En sus declaraciones, Masso también cuestionó la rápida llegada de Javier Milei a la presidencia, argumentando que esta falta de años de experiencia y aprendizaje en política no es positiva para el país. Sin embargo, este comentario no solo es una crítica a Milei, sino también un desprecio al voto de los argentinos que, cansados de 25 años de errores y promesas incumplidas, optaron por un cambio.
Masso parece olvidar que la experiencia en política no es garantía de éxito. Durante décadas, la política tradicional acumuló “experiencia” cometiendo los mismos errores: corrupción, clientelismo y un desprecio por las demandas ciudadanas. Por el contrario, Milei, con su conocimiento y convicción, ha logrado generar resultados positivos en un corto plazo, demostrando que la capacidad y el compromiso pueden superar a décadas de ineficacia.
Infravalorar el voto popular y sugerir que la elección de Milei fue un error no solo es una falta de respeto hacia la ciudadanía, sino también un síntoma de una clase política que se niega a aceptar el cambio y que sigue aferrada a sus privilegios y viejas prácticas.
Conclusión: la vieja política en su máxima expresión
La candidatura de Federico Masso a la intendencia de San Miguel de Tucumán es un reflejo de la vieja política: ambiciones personales que prevalecen sobre las necesidades del pueblo, críticas tardías que solo buscan posicionamiento electoral y un desprecio hacia las decisiones soberanas de los ciudadanos.
En lugar de apostar por una renovación política que escuche y respete la voluntad popular, Masso y otros representantes del peronismo tucumano insisten en perpetuar un modelo que ya ha demostrado su fracaso. Mientras los tucumanos enfrentan desafíos reales como la inseguridad, la pobreza y el desempleo, la clase política sigue enfocada en sus propias disputas internas y en mantener el control del poder.
Es hora de que los ciudadanos exijan un cambio real, donde la política deje de ser un espacio de privilegios y ambiciones personales y se convierta en una herramienta al servicio del bienestar colectivo. La experiencia no debería medirse en años de cargos ocupados, sino en resultados concretos que mejoren la vida de la gente. Y en ese sentido, los nuevos liderazgos, como el de Milei, están marcando un camino que la vieja política no puede ni quiere entender.
Entrevista completa en: La Gaceta
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