El 2024 será recordado como uno de los años más complejos para la economía argentina en la última década. Un entorno global complicado, junto con un ajuste económico significativo por parte del Gobierno de Javier Milei, dejó un panorama de retroceso en la mayoría de los sectores productivos. Sin embargo, el optimismo para 2025 comienza a ganar terreno, con proyecciones de crecimiento y recuperación sectorial.
Un ajuste necesario para estabilizar: El inicio de la gestión de Milei estuvo marcado por un fuerte ajuste fiscal y monetario que incluyó una devaluación inicial, recomposición de precios relativos y un necesario reacomodamiento salarial. Este contexto impactó negativamente en el consumo privado y paralizó sectores clave como la construcción, la industria automotriz y la producción electrónica. Asimismo, la reducción de la obra pública profundizó el retroceso en el sector de la construcción.
A pesar de ello, el segundo semestre de 2024 mostró indicios de recuperación, apoyados en una economía más estabilizada y mejores condiciones macroeconómicas. Estas señales se consolidan en 2025, con proyecciones de crecimiento del PBI entre 4,5% y 5%, acompañadas de un repunte del consumo privado y de las exportaciones, principalmente en el sector energético.
Energía y minería: motores del crecimiento
El sector energético será el gran protagonista de 2025. La producción de petróleo, impulsada por los desarrollos en Vaca Muerta, crecerá un 12,9%, mientras que el gas experimentará un salto aún mayor, del 27,8%. Estas cifras consolidan a la energía como uno de los principales impulsores de la actividad económica.
Por su parte, la minería, con un crecimiento del 3,1%, seguirá siendo relevante, especialmente por el aumento en la demanda global de minerales estratégicos como el litio. La adhesión de proyectos al Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI) generará encadenamientos productivos locales y aumentará la competitividad del sector.
Recuperación industrial y desafíos sectoriales
Tras una caída del 10,3% en 2024, la industria argentina espera un crecimiento del 7,5% en 2025. Sin embargo, la recuperación no será homogénea. Sectores como el químico y farmacéutico tendrán crecimientos moderados del 4,5% y 3,5%, respectivamente. En cambio, la industria automotriz, que sufrió un retroceso del 17,1%, verá un repunte del 9,3%, impulsado por una mayor demanda interna, exportaciones y flexibilización de importaciones.
El desafío para las industrias locales será optimizar costos y fortalecer su competitividad frente a un mercado interno más abierto y dinámico, impulsado por la normalización del comercio y la apreciación cambiaria.
Construcción: una lenta recuperación
El sector de la construcción, uno de los más golpeados en 2024 con una caída del 26,2%, prevé una mejora en 2025, aunque limitada. La reactivación se enfocará en la obra privada, especialmente en desarrollos inmobiliarios, mientras que la obra pública dependerá de financiamientos internacionales y de las provincias.
Consumo y producción de bienes
El consumo interno, aunque se mantuvo débil durante 2024, comenzará a mostrar signos de recuperación en 2025, con una mejora del ingreso real y un contexto macroeconómico más estable. Sectores como alimentos y bebidas, electrodomésticos y productos electrónicos, que sufrieron retrocesos significativos, prevén alzas del 2,9%, 24,8% y 39,6%, respectivamente.
Servicios basados en el conocimiento: una apuesta estratégica
El sector de servicios basados en conocimiento (SBC) continuará su senda de crecimiento, con un aumento del 5,9% en sus exportaciones. Este segmento se posiciona como una de las principales apuestas del Gobierno para diversificar la economía, aprovechando la creciente demanda global de soluciones tecnológicas y servicios especializados.
Un 2025 de transición
Aunque el camino no estará exento de desafíos, 2025 se perfila como un año de recuperación para la economía argentina. La clave estará en mantener la estabilidad macroeconómica, promover la inversión y generar confianza tanto en consumidores como en empresas.
El gobierno de Javier Milei, en su búsqueda por estabilizar la economía y abrir mercados, enfrenta retos significativos, pero también oportunidades únicas. La consolidación del sector energético, el repunte de la industria y el dinamismo de los servicios basados en conocimiento serán fundamentales para sentar las bases de un crecimiento sostenido.
La transición no será sencilla, pero los indicadores sugieren que el país podría estar dando los primeros pasos hacia una economía más competitiva y orientada al desarrollo.
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Redactor: Quirós Joaquín