La mujer acusada por la justicia de instigar las amenazas de bomba que mantuvieron en alerta a escuelas y colegios en las últimas semanas, es madre de dos alumnos que asisten a la Escuela de Educación Técnica 3. Durante la audiencia en la que fue imputada, declaró que su hijo mayor y otros dos compañeros estuvieron involucrados en el uso de su teléfono celular para realizar las falsas alarmas.
Hasta ahora, la escuela ha sido blanco de dos amenazas. La primera ocurrió el 18 de mayo pasado, siendo uno de los primeros casos en la provincia que anticiparon la oleada de mensajes similares que se acumularon a partir de julio.
Según el director de la escuela, José Luis Juárez, en su denuncia, aproximadamente a las 4 de la tarde de aquel día, mientras trabajaba en la institución, el personal del 911 se presentó para informarle que habían recibido una denuncia anónima sobre la presencia de explosivos en el edificio. Esto llevó a la evacuación de 600 estudiantes y 20 docentes como medida preventiva, para que interviniera la División de Explosivos. Después de dos horas de trabajo, no se encontró ningún artefacto explosivo.
En base a este incidente, la fiscal Mariana Rivadeneira, a cargo de la Fiscalía de Delitos Complejos, y responsable de la investigación, acusó a la madre de dos alumnos de la institución de ser la responsable de esta amenaza.
Para respaldar su argumento, presentó algunas pruebas durante una audiencia del miércoles, incluyendo un informe de titularidad de Telecom que señala que el número desde el cual se realizó la llamada con la falsa advertencia está registrado a su nombre. Además, presentó ocho grabaciones de llamadas al 911, que actualmente están siendo analizadas por el equipo científico del Ministerio Público Fiscal para determinar si las voces fueron distorsionadas o no.
Rivadeneira también mencionó que la mujer no tiene antecedentes penales, pero existen cinco informes por amenazas en su historial, cuatro de los cuales han sido archivados y uno concluyó mediante un acuerdo entre las partes.
“Creemos que hasta este punto tenemos elementos que vinculan a la señora con el incidente, por lo cual considero que es necesario imponer ciertas medidas para asegurar la investigación”, declaró Rivadeneira antes de solicitar que la acusada se someta a restricciones durante tres meses. Estas restricciones incluyen la promesa de cooperar con el proceso, proporcionar una dirección, no tomar acciones que puedan afectar la investigación y presentarse semanalmente ante el Ministerio Público Fiscal.
La abogada defensora, Érika Corbera, por su parte, indicó que pondrán a disposición los teléfonos celulares de su cliente y su hijo para que se pueda determinar la ubicación de las llamadas, tanto la de la mujer como la de la llamada en cuestión. Además, solicitó la oportunidad para que la acusada pueda declarar.
En caso de que se confirme la versión de la mujer, los adolescentes acusados por ella enfrentarán un proceso penal, ya que son mayores de 16 años. Su situación procesal será resuelta por un juez de Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA).
Finalmente, el juez Norniella Parache accedió a la solicitud de la fiscal y la mujer quedó imputada por ser autora del delito de intimidación pública en perjuicio de la seguridad pública.
José Luis Juárez, el director de la escuela afectada, expresó que se enteraron de la audiencia a través de los medios de comunicación, ya que ni la Fiscalía ni el Ministerio le proporcionaron información al respecto.
“Desconocemos quién es la mujer porque no nos notificaron nada. Fue a través de las noticias que supimos que tiene hijos que estudian aquí, pero tampoco sabemos sus nombres. Tendremos que esperar para ver cómo se desarrolla la situación, porque si se prueba que los autores son alumnos de la institución, deberemos expulsarlos, como nos ha ordenado el Ministerio de Educación“, informó.
Los estudiantes de la escuela también se mostraron sorprendidos. “Nos enteramos de que acusaron a la mamá de alguien de aquí porque se volvió viral, pero no sabemos quiénes son”, comentó Rodrigo, un estudiante de último año. “Si eso es cierto, debe ser difícil para la madre tener que responder por una broma de su hijo”, agregó “Maxi“.
Los estudiantes recordaron que la primera vez que recibieron la amenaza de bomba sintieron miedo porque pensaron que era real.“Creo que todavía no había pasado lo de las otras amenazas como ahora, entonces pensamos que era algo posta; a la segunda ya ni la tomamos en serio porque sabíamos que era falsa”, dijo Facundo, quien también mencionó que los bomberos tardaron cerca de media hora en llegar la primera vez. “Incluso si hubiera habido una bomba, la escuela habría explotado tres veces”, bromeó.
Los estudiantes también comentaron que las dos veces que recibieron las amenazas estaban en período de exámenes. “Acabábamos de comenzar los exámenes. Teníamos clases por la mañana y luego teníamos que rendir un taller por la tarde, así que estábamos en la escuela. Ambas veces, la amenaza nos ayudó porque no habíamos estudiado, así que tuvimos más tiempo. Una vez nos fue bien y la otra vez preferimos no hablar del resultado”, dijo uno de ellos en tono cómplice y burlón junto con otros estudiantes.