La contrainteligencia de Estados Unidos ha lanzado una advertencia sobre el incremento de tácticas de espionaje híbrido contra Occidente. Según una investigación revelada por el diario The Times de Londres, China y Rusia han desplegado una sofisticada red de agentes encubiertas, entrenadas en seducción, con el objetivo de infiltrarse en Silicon Valley.

La operación, que algunos analistas han denominado informalmente como una “guerra sexual”, tiene como blanco a ejecutivos y figuras clave de la industria tecnológica estadounidense.
El método consiste en que estas agentes establezcan relaciones personales, sentimentales e incluso matrimoniales con sus objetivos para acceder a secretos tecnológicos sensibles. Los informes indican que, en algunos casos, las espías habrían tenido hijos con sus víctimas, buscando consolidar un vínculo permanente que dificulte su detección.
James Mulvenon, director de inteligencia de la consultora Pamir Consulting, declaró al medio británico que ha notado un incremento en la actividad. Aseguró haber recibido numerosas solicitudes de contacto en LinkedIn provenientes de perfiles falsos de mujeres jóvenes chinas. “Parece haber aumentado notablemente en los últimos meses”, advirtió Mulvenon.
La sofisticación de estas operaciones es una preocupación central. Un exfuncionario de contrainteligencia estadounidense, que ahora asesora a empresas emergentes, relató un caso específico: una modelo rusa, que se reinventó como experta en criptomonedas, se casó con un ingeniero aeroespacial norteamericano sin que este sospechara sus verdaderas intenciones.
“Casarse con un objetivo y mantener una operación de espionaje de por vida no es algo excepcional, es más común de lo que se cree”, aseguró la fuente.
Los servicios de inteligencia de Pekín y Moscú no solo estarían utilizando la seducción física. La estrategia de infiltración también incluye el uso de redes sociales, la participación en concursos de startups e inversiones de capital de riesgo para insertarse en el ecosistema tecnológico.

Mulvenon describió estas tácticas como una “vulnerabilidad asimétrica”. Según el experto, esta ventaja operativa se debe a que la legislación y la cultura estadounidenses impiden que sus propios servicios de inteligencia repliquen métodos similares. “Ellos tienen una ventaja porque nosotros, por ley y ética, no hacemos eso”, explicó.
El Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes de EE.UU. ha advertido que China llevó a cabo más de 60 operaciones de espionaje dentro del país en los últimos cuatro años, aunque los expertos estiman que la cifra real es significativamente mayor.
Un caso judicial reciente refuerza estas advertencias: un ingeniero chino de Tesla fue condenado por intentar vender secretos industriales de la compañía automotriz a empresas vinculadas al régimen comunista.
Washington estima que el robo de propiedad intelectual relacionado con China le cuesta a la economía estadounidense hasta 600 mil millones de dólares al año.
Mientras tanto, el gobierno de Pekín ha negado sistemáticamente estas acusaciones, asegurando que “protege activamente los derechos de propiedad intelectual”.

