Desde hace años, los vecinos de San Miguel de Tucumán sufren las consecuencias de una gestión municipal ineficaz, marcada por la falta de soluciones reales a los problemas básicos de infraestructura. Un claro ejemplo de esto es el caso de la calle ubicada en Av. Alem y Canal Sur, donde en 2018 se realizaron obras de pavimentación que resultaron ser un fracaso. La mala ejecución de la obra dejó una calle sin pendiente, lo que provoca que el agua se estanque frente a las viviendas, generando un problema constante para los residentes.
Una vecina afectada ha denunciado en reiteradas ocasiones esta situación sin recibir respuesta alguna por parte del municipio. Este caso no es aislado: forma parte de una problemática estructural que persiste sin importar quién ocupe el cargo de intendente. A través de los años, los nombres han cambiado, pero la falta de gestión sigue siendo una constante en la administración municipal de San Miguel de Tucumán.
El municipio parece priorizar otras cuestiones antes que las necesidades urgentes de la población. En lugar de invertir en infraestructura básica, la actual intendente, Rossana Chahla, ha optado por estrategias asistencialistas como la entrega de cajas navideñas, una acción que lejos de solucionar los problemas estructurales, refuerza un modelo de clientelismo político. Además, mantiene un Consejo Deliberante con un presupuesto exorbitante, mientras que los ciudadanos deben convivir con calles intransitables, veredas rotas y un drenaje ineficiente.
Si bien es cierto que Chahla lleva solo un año en la gestión, la realidad es que su administración no ha dado respuestas contundentes a los reclamos de los vecinos. Las imágenes de calles inundadas se han vuelto una postal recurrente cada vez que llueve, sin necesidad de que se trate de tormentas o diluvios. El estado deplorable de muchas zonas del municipio, con calles llenas de pozos que dañan los vehículos y sectores que parecen verdaderos pantanos, demuestra que la gestión municipal sigue sin estar a la altura de las circunstancias.
El problema de la infraestructura en San Miguel de Tucumán no se reduce a la acumulación de agua por la falta de pendientes en las calles. La ausencia de un plan integral de mantenimiento y mejora de la vía pública es evidente en cada esquina. La falta de inversiones en desagües pluviales y la mala calidad de los materiales utilizados en las obras evidencian una combinación de negligencia y desinterés por parte de las autoridades municipales.
Resulta irónico que, mientras los vecinos lidian con problemas estructurales, la administración municipal invierte en paradas de colectivo con diseños modernos y en proyectos que, aunque pueden ser visualmente atractivos, no resuelven las necesidades primarias de la población. Este desbalance en la asignación de recursos deja en claro que las prioridades del municipio no están alineadas con las demandas de los ciudadanos.
San Miguel de Tucumán necesita urgentemente una gestión municipal eficiente, enfocada en brindar soluciones concretas a problemas históricos. La falta de acción ante los reclamos vecinales no solo genera malestar, sino que también refleja una desconexión entre los gobernantes y la realidad de la ciudad. La administración de Chahla tiene la oportunidad de revertir esta situación, pero si persiste en la inacción y en estrategias populistas, su gestión será recordada como una más dentro de la larga lista de intendencias que fracasaron en mejorar la calidad de vida de los tucumanos.
Es momento de que el municipio abandone la política del clientelismo y el despilfarro de recursos en iniciativas secundarias para enfocarse en resolver las necesidades básicas. La población de San Miguel de Tucumán merece una ciudad con calles transitables, un sistema de drenaje eficiente y una gestión que realmente se ocupe de mejorar su calidad de vida. Hasta que esto no ocurra, los reclamos continuarán, y la ciudad seguirá sufriendo las consecuencias de una gestión municipal que parece darle la espalda a sus ciudadanos.