Asesinan en su celda a “El Pájaro” Castillo: la historia del sicario tucumano envuelto en guerras narco
José Martín Castillo, conocido como “El Pájaro”, fue asesinado brutalmente en la celda que ocupaba desde hacía más de siete años en la cárcel de Las Rosas, en Salta. Su vida delictiva, marcada por robos y sicariato en guerras entre narcotraficantes, tuvo un trágico final tras recibir una feroz golpiza por parte de otro interno. Su muerte refleja las tensiones y venganzas que atraviesan los círculos del crimen organizado.
De ladrón de estéreos a sicario en guerras narco
“El Pájaro” Castillo empezó a construir su reputación en Villa 9 de Julio, en Tucumán, donde desde adolescente enfrentaba problemas legales por pequeños delitos, como el robo de estéreos. Sin embargo, su historial fue escalando, involucrándose en investigaciones de mayor envergadura relacionadas con el tráfico de drogas.
Su vínculo con el narcotráfico lo llevó a participar como sicario en cruentas disputas entre bandas rivales en Orán, Salta. En 2017, un conflicto sangriento se desató entre organizaciones criminales lideradas por figuras como Raúl Ricardo “Coya” Rojas, quien desde prisión ordenó la eliminación de sus enemigos en venganza por haberlo delatado ante las autoridades.
Rojas ofreció 15.000 dólares o el equivalente en cocaína de alta pureza a quienes ejecutaran los encargos. En esos días, los sicarios cometieron dos atentados. El 29 de abril de 2017, dispararon seis veces contra Adrián Ricardo Gerónimo, quien sobrevivió milagrosamente. Días después, el 7 de mayo, atentaron contra Raúl Fernando Martínez, que fue acribillado mientras comía un choripán en una plaza con su familia.
Castillo fue acusado de participar en este último ataque. Aunque siempre sostuvo su inocencia, un tribunal lo condenó a prisión perpetua como autor material del crimen por encargo.
Relaciones peligrosas: su vínculo con “Gringo” Palavecino
El nombre de Castillo también fue vinculado a Cristian “Gringo” Palavecino, un conocido líder narco involucrado en robos, tráfico de drogas y asesinatos. Se dice que ambos fueron aliados en algún momento, pero otra versión sugiere que Castillo traicionó a Palavecino, lo que habría desencadenado una disputa mortal entre ellos.
Consciente de que había un precio por su cabeza, “El Pájaro” vivía en alerta dentro de la prisión, preparado para defenderse en caso de un ataque. Sin embargo, no pudo evitar su trágico final.
El asesinato en la cárcel de Las Rosas
Según el Ministerio de Seguridad de Salta, Castillo fue sorprendido en su celda por otro recluso que ingresó sin previo aviso. Aunque intentó defenderse con una “punta carcelaria” (un arma casera común en las prisiones), su atacante lo golpeó brutalmente con una barra de hierro. Gravemente herido, Castillo fue trasladado al hospital San Bernardo en la capital salteña, donde agonizó durante varios días hasta fallecer.
Las autoridades sospechan que el móvil del crimen podría haber sido una deuda por drogas o un ajuste de cuentas relacionado con su vida delictiva.
Palavecino, de Salta a Ezeiza: traslado bajo máxima seguridad
Cristian “Gringo” Palavecino, mencionado como uno de los posibles enemigos de Castillo, fue recientemente trasladado al penal de Ezeiza, considerado un recluso de alto riesgo. El operativo para su traslado se llevó a cabo bajo estrictas medidas de seguridad.
Este movimiento refleja una estrategia de las autoridades para dispersar a los líderes de las bandas más peligrosas del norte argentino. Otros criminales tucumanos, como Miguel “Miguelón” Figueroa, Maximiliano “Maxi” Abraham, y Álvaro Jorge Quiroga, también fueron trasladados recientemente a cárceles federales. Abraham y Quiroga fueron derivados a un penal en Neuquén, luego de ser identificados como líderes peligrosos dentro de los establecimientos carcelarios.
Conclusión: un trágico final marcado por la violencia narco
La muerte de “El Pájaro” Castillo en la cárcel de Las Rosas refleja la violencia que rodea al narcotráfico, incluso dentro de los muros de prisión. Su historia, que comenzó con pequeños robos y escaló hasta convertirlo en un sicario condenado a perpetua, es un claro ejemplo de cómo las disputas y venganzas entre organizaciones criminales no se detienen ni siquiera en la reclusión.
Con la investigación en curso, las autoridades intentan esclarecer los detalles del ataque. Mientras tanto, la tensión sigue latente en el sistema penitenciario, donde el traslado de líderes criminales busca contener la violencia, aunque queda por ver si estas estrategias lograrán frenar las sangrientas disputas del mundo delictivo.