Este impuesto llega a su fin, no porque se haya eliminado, sino porque el gobierno de Javier Milei decidió no renovarlo al vencer su plazo estipulado. Este hecho, aunque sencillo en su concepción, marca un cambio de paradigma en una Argentina acostumbrada a la perpetuación de medidas transitorias que se vuelven permanentes.
El impuesto PAIS, creado en 2019 bajo la gestión de Alberto Fernández y Martín Guzmán, marcó el inicio de un esquema impositivo extraordinario que, con el paso del tiempo, se volvió emblemático de las dificultades económicas de Argentina. Originalmente diseñado como una medida transitoria con vigencia de cinco años, este tributo gravó con un 30% la compra de dólares para ahorro, los gastos en el exterior y el consumo de servicios digitales como Netflix y Spotify.
Origen y contexto del impuesto PAIS
El proyecto de Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva que instauró el impuesto PAIS fue aprobado el 21 de diciembre de 2019, en el marco de una crisis económica. El entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, argumentó que era una medida necesaria para proteger las reservas del Banco Central y desalentar el acceso al dólar en un contexto de alta volatilidad cambiaria.
El tributo aplicaba un 30% sobre el valor del dólar oficial para compras en el extranjero y servicios digitales. Posteriormente, con la incorporación de la percepción a cuenta de Ganancias y Bienes Personales, la carga fiscal llegó al 65% sobre el tipo de cambio oficial, encareciendo considerablemente los consumos en moneda extranjera.
Una carga fiscal que se prolongó más allá de lo esperado
El impuesto PAIS fue presentado como una solución temporal, pero como suele ocurrir en Argentina, los impuestos “transitorios” tienden a perpetuarse. Ejemplos sobran: desde el impuesto a los débitos y créditos bancarios, conocido como “impuesto al cheque”, hasta las retenciones al agro, que nacieron en contextos de emergencia y se volvieron pilares del esquema fiscal.
El caso del impuesto PAIS parecía seguir la misma lógica, pero la administración de Javier Milei rompió con esa tradición al no renovar su vigencia. Aunque técnicamente no se eliminó el impuesto, sino que se dejó expirar, el gesto tiene un valor simbólico significativo: por primera vez en décadas, un tributo transitorio no se perpetúa.
La decisión del gobierno Milei
Javier Milei asumió con la promesa de simplificar el esquema tributario argentino y reducir la carga impositiva, que es una de las más altas del mundo. En este contexto, la no renovación del impuesto PAIS representa un paso en esa dirección.
El ministro de Economía, Toto Caputo, destacó que mantener la vigencia de este tributo habría sido contrario a la visión de un Estado más eficiente y menos dependiente de recursos extraordinarios. “Es tiempo de dar un mensaje claro: los impuestos de emergencia no pueden convertirse en herramientas permanentes que asfixien a los contribuyentes”, afirmó en declaraciones recientes.
Impacto en los consumidores y el sector digital
Con la finalización del impuesto PAIS, el dólar tarjeta se alineará con el dólar oficial, representando un alivio para los consumidores que realizan compras en el extranjero o utilizan servicios internacionales como Netflix, Spotify o Amazon Prime. Además, el fin de este tributo puede ser un incentivo para el turismo emisivo, que había sido fuertemente golpeado por la disparidad cambiaria.
Sin embargo, expertos advierten que el impacto sobre las reservas del Banco Central podría ser considerable si no se implementan medidas complementarias para controlar la demanda de divisas.
Un cambio de rumbo en la política tributaria
La decisión de no renovar el impuesto PAIS no solo responde a un compromiso electoral, sino que también envía un mensaje potente sobre la dirección económica del país. En una Argentina marcada por la inercia fiscal, este acto es un hito que señala la posibilidad de un sistema más justo y predecible.
Para Milei, este es solo el comienzo de una agenda que incluye la eliminación de otros tributos distorsivos y la reducción del gasto público. Si bien las críticas no faltan, especialmente por el desafío de mantener el equilibrio fiscal, el fin del impuesto PAIS se percibe como un logro simbólico y real hacia un esquema tributario menos opresivo.
En un país donde la transitoriedad suele ser una excusa para perpetuar cargas fiscales, la no renovación de este impuesto marca un precedente histórico. Milei, lejos de apelar a medidas drásticas o populistas, optó por cumplir con la legislación vigente y permitir que el impuesto expire, dando una señal de coherencia y respeto a las reglas del juego.
En conclusión, el fin del impuesto PAIS no solo beneficia a los consumidores, sino que también simboliza una transformación en la política económica argentina, abriendo la puerta a un futuro con menor presión impositiva y mayor transparencia fiscal.