El presidente Javier Milei tiene un pasado de deportista desde antes que se dedicara a la política y a la economía. En su adolescencia tenía el sueño de ser arquero profesional. Jugó en la Reserva de Chacarita Juniors y compartir entrenamientos con la Primera del club de San Martín, tras un paso de 16 meses por San Lorenzo de Almagro, donde se coronó campeón con la categoría 70.
Ignacio “Tyson” Fernández, ex compañero de San Lorenzo, recordó: “Daba muchas órdenes y ordenaba al equipo. No hablaba mucho, pero decía lo justo y necesario. Milei estaba muy enchufado con el fútbol”.
Javier Milei llegó con 15 años a San Lorenzo en 1986, jugó hasta abril del año siguiente y se transformó con el tiempo en el capitán de Los Forzosos de Almagro, equipo que derrotó por 4 a 1 a Huracán en la final y se consagró campeón en la Sexta División. Y además, se ganó el apodo que lo acompaña hasta el día de hoy: “El Loco “, mote que se lo puso uno de sus entrenadores, Rodolfo Pocho Bettinotti, por su estilo a la hora de atajar durante los juegos.
Fernández contó: “Tenía una particularidad especial: salía a cortar afuera del área y te liquidaba. Si tenía que trabar con la cabeza, lo hacía. Entonces, en un partido que atajó muy bien, Bettinotti dijo ‘mirá a este loco cómo sale del arco’. Sus compañeros lo escucharon y le quedó”.
Así las cosas, el portero ya lucía su cabellera frondosa, un poco más rubia, se colocaba una vincha para evitar que el pelo le tapara los ojos, y por su carácter y personalidad fue elegido el capitán del equipo y era acompañado asiduamente por su papá Norberto y su hermana Karina, quienes lo apoyaban en el sueño de ser futbolista.
También contó a Infobae: “Karina (Milei) no solamente iba a verlo jugar, sino que también se colgaba del alambrado para alentar a su hermano. Ella era más efusiva que él. Javier era más callado. Karina hablaba mucho detrás del alambrado”.
Con posterioridad el ahora presidente volvió a Chacarita. Y a los 18 años integró el plantel de la Reserva que compartía entrenamiento con los profesionales. Cuando empezó a estudiar Economía, colgó los guantes definitivamente para llegar hoy a comandar a la República Argentina.
“Hay un montón de cosas. La primera es que era un personaje muy vistoso. Nosotros arrancamos en una prueba en enero de 1986. Nos presentamos ante los entrenadores, Osvaldo Diez y Roberto Bettinotti, quienes además eran los supervisores de las Divisiones Inferiores, encargados de tomar las pruebas. Yo me acerqué a ellos y observé que éramos 520 chicos para hacer la prueba”, dijo el ex compañero.
En Ciudad Deportiva, dijo, “había seis canchas y armaron varios equipos. Pasaba que por ahí estabas jugando en una cancha y te pasaban a otra. Nos cambiaban todo el tiempo. Pero con Javier y otro chico nos movíamos los tres de acá para allá, siempre juntos, e íbamos para todos lados. Esas pruebas duraron dos meses, enero y febrero. En este último mes se hizo un filtro y quedamos finalmente 50 juveniles. Ahí fue cuando tuvimos charlas entre los tres, y en ese momento, yo dije: “Estamos al horno”. E inmediatamente Milei respondió “al horno no, vamos a quedar nosotros tres”. Y al final sucedió. A partir de marzo, se armó un torneo, pero durante todo el año estuvimos a prueba, más allá de estar jugando en San Lorenzo”.
“Se armó un campeonato que abarcaba muchos clubes, con la idea de ver jugadores que no eran fichados por los clubes, sino que estaban a prueba para poder ser fichados a futuro. Entonces, entramos los tres y nos mantuvimos juntos. En nuestro equipo había ocho arqueros, entre ellos, Milei. Y él, justamente, no era del más alto, no tenía porte de arquero. Entonces, se hizo un filtro con el tema del arquero bastante importante, pero Javier quedó. De esta manera, el club presentó dos equipos: Los Forzosos de Almagro, que éramos nosotros, y Los Matadores; ambos representábamos a San Lorenzo. Y a partir de ahí, arrancó el famoso torneo en el que Milei festeja con la copa en alto. De lunes a viernes entrenábamos en Ciudad Deportiva, y los sábados enfrentábamos a los equipos: Sacachipas, Riestra, River Plate, Boca Juniors, Vélez, Racing Club, Huracán, entre otros. Todos estos contaban con chicos a prueba. Ahí fue cuando Milei se ganó el apodo de El Loco”, recordó.
“Todos le decían Milei, lo llamaban por su apellido. Él competía en el puesto con Juan Carlos Docabo, pero en ese torneo salimos invictos, no perdimos nunca. Cuando llegamos a los cuartos de final, los partidos eran muy complicados por los rivales a los que enfrentábamos. Previo a esos encuentros, algunos de nuestros compañeros estaban amedrentados por dónde íbamos a jugar, pero Javier no, ya que nunca se achicó”, aseveró.
“Sufrió una lesión en una de sus costillas, debajo de una de sus axilas, en el partido de octavos de final. Surgió porque salió a cortar el juego como un loco. En esas instancias eran partidos nocaut; el que perdía quedaba afuera. En semifinales, el rival fue Maquinista Savio, equipo que hacía de local en Parque Roca. En ese encuentro, se lastimó, pero lo ganó realmente solo, ya que salió a matar o morir. Ahí el Pocho Bettinotti dijo “viste lo que hizo el loco este. Este está loco”, porque salía a descolgar una pelota estando lastimado en unas de sus costillas”, relató.
En otra parte de la entrevista dijo: “Su papá y su hermana. Karina no solamente iba a verlo jugar sino que también, con el pelo suelto como se la ve ahora, se colgaba del alambrado para alentar a su hermano. Ella era más efusiva que él. Javier era más callado. Karina hablaba mucho detrás del alambrado. “Vamos que tenemos que ganar, Javier”, le decía, y alentaba en todo momento. Pero también al resto de nosotros nos pedía ir para adelante. Cuando se refería a su hermano, no le decía Javier”.