El ciclo de Marcelo Gallardo en River Plate atraviesa su momento más crítico, y la derrota de este domingo en el Monumental por 1-0 ante Gimnasia y Esgrima La Plata parece ser la gota que rebalsó el vaso. No fue solo una derrota; fue la escenificación de un final de ciclo, un equipo sin respuestas anímicas ni futbolísticas que terminó humillado en su propia casa.

La caída no solo duele por el resultado, sino por sus catastróficas consecuencias. Con este papelón, River complica seriamente sus chances de clasificar a la Copa Libertadores del próximo año, un objetivo que se considera una obligación institucional y económica.
El público, que venía de sufrir la eliminación en la Copa Argentina, esta vez no perdonó. El Monumental, que solía ser un bastión de apoyo, se convirtió en un tribunal. El veredicto de los hinchas fue demoledor y unificado: un silbido atronador y el cántico que retumbó en todo Núñez: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
El partido fue un fiel reflejo del pésimo presente del equipo. Un River apático, sin ideas, que ya en el primer tiempo perdió a Facundo Colidio por lesión. La debacle se concretó en el segundo tiempo. A los 9 minutos, una torpeza de Juan Carlos Portillo sobre Bautista Merlini derivó en un penal para Gimnasia, que Marcelo Torres cambió por gol.
A partir de allí, River fue pura desesperación. Gallardo movió el banco e hizo ingresar a Miguel Ángel Borja, buscando una respuesta que nunca llegó.
El destino le dio a River una última chance, un guion casi escrito para la redención que terminó en tragedia. En el minuto 54 del segundo tiempo, tras un agarrón de Susso sobre Martínez Quarta, el árbitro Nazareno Arasa, VAR mediante, sancionó penal para el “Millonario”.
La responsabilidad recayó en Miguel Ángel Borja. El colombiano, uno de los jugadores más resistidos por el público, se paró frente al arquero Nelson Insfran. Su remate, débil y predecible, fue atajado por el arquero del “Lobo”, que aseguró la victoria para su equipo y, de paso, la salvación del descenso.
Ese penal errado fue la postal del fin de ciclo de Borja en River. El delantero parece no tener más crédito, y su falla fue la sentencia definitiva.

La derrota desató el caos. El público estalló contra los jugadores, la dirigencia y un cuerpo técnico que parece haber perdido el rumbo. Este resultado deja a River en una situación límite, con la obligación de ganar todo lo que queda y dependiendo de otros para no quedarse afuera del máximo certamen continental.

