El sector financiero analiza que, más allá de la atención que despierta el dólar en la opinión pública, la verdadera preocupación en la economía argentina pasa por el riesgo país. Según especialistas, el valor de la divisa se comporta como un precio más de la economía, determinado por la dinámica de oferta y demanda, sin un impacto directo en la inflación.
Durante 2024 se demostró que, pese a la suba del dólar en distintos tramos del año, no hubo un traslado automático a precios. Este fenómeno responde a que el Gobierno avanzó en ordenar las cuentas públicas y en enviar señales de disciplina fiscal, lo que permitió que la inflación siguiera a la baja incluso en contextos de volatilidad cambiaria.
Actualmente, el Banco Central cuenta con alrededor de U$S 20.000 millones de reservas para intervenir en el mercado si fuese necesario. En los últimos días, la autoridad monetaria vendió montos significativos para contener la presión cambiaria: más de U$S 50 millones el miércoles, casi U$S 400 millones el jueves y cerca de U$S 700 millones el viernes.
Sin embargo, la mirada de los analistas está puesta en el frente político y en cómo ese factor condiciona la percepción del mercado. El riesgo país se mantiene en niveles elevados, aun cuando la Argentina exhibe indicadores fiscales más sólidos que otros países de la región. Para los inversores, el riesgo político pesa más que los fundamentos económicos, lo que explica la brecha entre la performance local y la de los países vecinos.
En ese marco, voces del sector económico remarcan la importancia del respaldo internacional. Las conversaciones entre el Gobierno argentino y el Tesoro de Estados Unidos apuntan a garantizar financiamiento para los próximos vencimientos de deuda, reforzando la confianza en el rumbo elegido.
El consenso en la city es que la clave pasa por la estabilidad política y por mantener el programa económico en marcha. Mientras tanto, el dólar seguirá siendo monitoreado como cualquier otro precio de la economía, pero sin generar el mismo temor que en otras etapas: la experiencia reciente confirmó que no es el principal motor de la inflación, y que el verdadero desafío radica en sostener la confianza de los mercados.