Argentina enfrenta una transformación demográfica: la natalidad cae un 40% y la mayoría de los hogares ya no tiene hijos menores
Argentina atraviesa una de las transformaciones demográficas más profundas de su historia reciente. Un estudio del Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral reveló que la tasa de natalidad cayó un 40% en menos de una década, posicionando al país entre los de mayor descenso en América Latina. Esta caída viene acompañada de un marcado aumento de hogares sin hijos, un crecimiento de hogares unipersonales y monoparentales, y una expansión sostenida de la población de adultos mayores.
El informe, basado en datos del INDEC, fue presentado el 15 de mayo en el marco del Día Internacional de la Familia, una fecha impulsada por la ONU para reflexionar sobre el rol de la familia en la sociedad. En ese contexto, los números argentinos muestran un giro histórico: hoy, el 57% de los hogares no tiene niños ni adolescentes, cuando en 1991 el porcentaje era del 44%. Inversamente, los hogares con hijos menores pasaron de representar el 56% en 1991 a solo el 43% en 2022.
Caída de la natalidad: múltiples causas y un cambio cultural profundo
Según los expertos que elaboraron el estudio, la baja natalidad en Argentina responde a una multiplicidad de factores sociales, económicos y culturales. La doctora en Ciencias Jurídicas Lorena Bolzon, decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral y una de las autoras del informe, señaló que “este fenómeno obedece a la incertidumbre económica, la postergación de la maternidad por razones educativas y profesionales, y a la migración de jóvenes al exterior”.
El estudio revela que la edad promedio para tener el primer hijo se sitúa actualmente entre los 30 y 34 años, y que el promedio de hijos por mujer es de 1,4 a nivel nacional. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el índice desciende a apenas 0,9, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional.
En este sentido, Bolzon destaca que “el descenso de la tasa de natalidad es parte de una transición demográfica global, pero que en Argentina plantea desafíos particulares para las políticas públicas, sobre todo frente a una estructura social que cambia a gran velocidad”.
Hogares sin hijos: de lo tradicional a nuevas formas de familia
Uno de los datos más llamativos del informe es el incremento sostenido de los hogares sin hijos menores. En 2022, representaron el 57% del total, frente al 44% que se registraba en 1991. Este fenómeno está relacionado no solo con la baja natalidad, sino también con el envejecimiento de la población y la diversificación de los modelos familiares.
Los hogares unipersonales —aquellos conformados por una sola persona— se duplicaron en las últimas tres décadas: pasaron del 13% en 1991 al 25% en 2022. Para la doctora en Humanidades María Dolores Dimier de Vicente, miembro del Consejo de Dirección del Instituto de Ciencias para la Familia, esta tendencia refleja “una sociedad con vínculos sociales y familiares más frágiles, marcada por el individualismo”.
“El problema de fondo es que muchas de las funciones que históricamente cumplía la familia —como el cuidado, el sostén emocional o el soporte económico— no tienen un reemplazo claro en este nuevo esquema”, advierte Dimier. Según la especialista, esto podría tener consecuencias profundas a nivel social si no se desarrollan estrategias públicas para acompañar este cambio.
Crecen los hogares monoparentales: el rostro femenino de la jefatura de hogar
Otro fenómeno que destaca el estudio es el crecimiento de los hogares monoparentales, especialmente aquellos encabezados por mujeres. Ya en 2010, más del 50% de estas familias tenía jefatura femenina, y en 2022 la cifra trepó al 80%. Este tipo de hogares ha crecido a un ritmo superior al de la población: mientras que entre 2010 y 2022 la población aumentó un 15%, la cantidad de hogares lo hizo en un 31%.
Vilda Discacciati, coordinadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Salud del Hospital Italiano, interpreta este fenómeno como un cambio estructural. “La mujer comienza a tener una presencia cada vez más visible en el trabajo no reproductivo, por necesidad económica o elección personal. Sin embargo, esto convive con una distribución desigual de las tareas domésticas y de cuidado, lo que incrementa la carga para muchas madres solas”, explica.
Discacciati también plantea que para fomentar el deseo de maternidad y equilibrio familiar, “se necesita una mayor implicación del varón cis en los trabajos de cuidado y crianza, además de políticas públicas que sostengan esa corresponsabilidad”.
Envejecimiento poblacional: un desafío de largo plazo
El informe también señala una tendencia clara hacia el envejecimiento poblacional. La proporción de personas mayores de 85 años pasó del 1,5% en 1991 al 11,8% en 2022. El índice de sobre-envejecimiento —que mide la cantidad de mayores de 85 por cada 100 personas mayores de 65— también se duplicó entre 1970 y 2022, pasando del 5,0 al 10,4.
Para María Sol González, magíster en Econometría y becaria doctoral del CONICET, este envejecimiento demográfico exige repensar las redes de apoyo. “Las mujeres son quienes asumen en mayor medida las tareas de cuidado tanto de hijos como de adultos mayores. En hogares monomarentales, esto implica una doble carga: cuidar y generar ingresos”, advierte.
González subraya que esta situación aumenta la vulnerabilidad de muchas familias. “Es urgente diseñar políticas que reconozcan estas nuevas configuraciones y que distribuyan de manera más equitativa las responsabilidades de cuidado. De lo contrario, se corre el riesgo de ampliar las brechas de género y de desproteger a los sectores más vulnerables”, concluye.
Conclusión: una nueva Argentina demográfica
El informe de la Universidad Austral traza una radiografía profunda de una Argentina en transformación. La caída de la natalidad, el aumento de hogares sin hijos y el envejecimiento de la población reflejan cambios estructurales que impactan directamente en la forma en que se concibe la familia y la sociedad.
Frente a este escenario, especialistas coinciden en la necesidad de repensar el rol del Estado, generar políticas inclusivas y construir redes de cuidado que acompañen esta transición, sin perder de vista el bienestar de niños, adultos mayores y mujeres jefas de hogar. En definitiva, una sociedad que cambia necesita respuestas a su nueva realidad.