En Tucumán, a pesar de las supuesta bajas en índices de inseguridad, la cifra en cuanto a robos de motocicletas es totalmente alarmante. Son cinco las denuncias diarias que se recibieron respecto a este delito en el año pasado.
El mercado negro y delictivo de motopartes y motocicletas robadas es una de las actividades ilegales que mayor desarrollo tiene en Tucumán. Ofertas inmejorablemente buenas para la compra de quienes son cómplices, adulteración de los vehículos y falsificación de documentos, son algunas de las caracterísicas principales de esta cadena de delito en la que se encuentran implicados ladrones, técnicos, mecánicos y compradores.
Si bien algunos conocen la condiciones del vehículo que compran y ejecutan la operación inmoralmente, también son muchos los estafados, quienes terminan involucrados en causas judiciales cuando los rodados son secuestrados por policías en los puestos de control y descubren su origen.
Según los datos oficiales informados por el Ministerio de Seguridad, en Tucumán se denunciaron el robo de 2.052 motocicletas durante todo el 2024, de las cuales 1.786 pudieron ser recuperadas (esto representa porcentualmente poco más del 80%).
Este hecho ilícito cada vez toma mayor fuerza en las calles tucumanas. Debido a esto, desde el cuerpo de Seguridad provincial aseguranque las Unidades Regionales incrementaron los controles policiales -tanto fijos como móviles- en puntos estratégicos de sus jurisdicciones. En principio, esto trajo resultados positivos. Sin embargo, quieren perfeccionar la tarea ´para mejorar los índices en el 2025.
En la Unidad Regional Norte, según indicó su jefe Gustavo Beltrán, se secuestraron 277 rodados en los últimos 12 meses. En la Unidad Regional Sur el jefe Marcos Barros, detalló que entre noviembre de 2023 y diciembre de 2024 lograron recuperar 239 motocicletas. En la Regional Oeste, el jefe Marcos Goane estima que en el transcurso del año pasadp se retuvieron 423 motovehículos con causas judiciales. En la Regional Este, la máxima autoridad policial Carlos Ruiz contabilizó 356 motos recuperadas del delito. El resto de los rodados fueron decomisados por divisiones especiales de la fuerza.
Trabajo delicitivo planificado y articulado
El robo y hurto de motocicletas es un delito frecuente que sumergió a Tucumán en una ola de inseguridad, a tal punto de que muchos ciudadanos de bien desconfían a la hora de desplazarse por ciertos puntos rojos donde estos arrebatos son recurrentes. No obstante, todos estos hechos no son espontáneos, sino que los delincuentes tinen una hoja de ruta previa, según señalaron los investigadores.
Los profesionales más empapados en el tema detallaron que quienes se dedican a este ilícito implementan dos modalidades. Actualmente, la más empleada es la de hurtos oportunistas.
Los ladrones deambulan por las calles estudiando el terreno y haciendo trabajo de inteligencia -solo la utilizan para esto-. Apenas se presenta la primera oportunidad cargan las motocicletas que están estacionadas en la vía pública. “Rompen los candados y cadenas de seguridad o se aprovechan de los descuidos de las personas que dejan las llaves puestas o los rodados mal asegurados. En la mayoría de los casos los delincuentes usan el famoso ‘chupete’, que es una herramienta en forma de tirabuzón. Esta tiene una punta que va en la cerradura de la llave, los ladrones hacen fuerza para romperla y así ya pueden arrancar la moto para escaparse”, explicó Goane.
Otra modalidad empleada por estos malvivientes es tal vez la más repudiable, se trata de los asaltos violentos, que pueden darse de distintas maneras: generalmente un grupo de cuatro personas que circulan en dos motos abordan a un motociclista y mediante amenazas con armas, y al ser superiores en números, la víctima termina entregando el rodado. Otras veces, el delincuente hiere o incluso asesina con un arma blanca o un arma de fuego al conductor para apoderarse del bien. Sin dudas, este método es el más despiadado ya que no solo acarrea daños materiales, sino también psicológicos, físicos y, en el peor de los casos, arrebata vidas inocentes.
Los comisarios coincidieron al señalar que esta última metodología es aplicada con menos frecuencia en el último tiempo. “La mayor cantidad de delitos registrados fueron hurtos; son casos donde no se ejerce violencia sobre el bien. Hemos notado una gran disminución de robos violentos de motocicletas como aquellos casos que solíamos ver en el que el delincuente se ensañó con la víctima y la hería con un arma de fuego e incluso le causaba la muerte por más que haya cumplido su objetivo”, señaló el comisario Ruiz.
Culminación de negocio ilícito
Los vehículos robados tienen como destino común ser comercializados ilegalmente. Algunas motocicletas son desarmadas para venderse por partes, es decir por separado debido al alto costo que tienen los repuestos. Según el jefe de la URE, los delincuentes tienen como preferencia robar motos de cilindradas menores, como ser de 125 o 150 cc, para darles tal finalidad.
A pesar de que la venta de motopartes tiene grandes resultados para quienes se especializan en el mercado negro, la mayoría de las motos robadas son revendidas por medio de ofertas publicadas en redes sociales a un costo considerablemente menor que el que ofrece el mercado legal.
“No suele ser una sola persona la que se dedica a esto; normalmente trabajan en grupo. Uno de los miembros es quien se encarga de robar las motos, se las entrega a un tercero, hacen los papeles falsos y las publican en Facebook. En otros casos hay una persona que cumple la función de intermediaria entre el vendedor y quien las compra. Muchas veces los compradores terminan siendo víctimas de una estafa porque los oferentes adulteran los papeles jugando con la buena fe de la gente o con su desconocimiento en el tema; después los frenan en controles y descubren que el rodado tiene pedido de secuestro”, desarrolló el Director de la Brigada de Investigaciones de la capital, Diego Bernachi.
Una vez que los malechores tienen en su poder los motovehículos adulteran sus números y cambian la chapa patente para no encender las alarmas; luego recién las ofrecen. Sin embargo el personal policial, alertados de esta metodología delictiva, buscaron la manera de estar un paso adelante al momento de revisar los papeles y examinar el rodado. “Es común encontrar vehículos adulterados. Muchas veces la patente no corresponde porque las cambian por la de otro vehículo de iguales características, pero cuando se hace el control de motor y chasis sus códigos alfanuméricos nos arrojan otra patente; al constatar el dominio salta la orden de captura y ahí se pide el secuestro”, finalizó el comisario Beltrán.